miércoles, 29 de marzo de 2017

El Monasterio

El monasterio nos proporciona un ambiente apto para desarrollar el carisma contemplativo, disponiéndonos eficazmente para centrar toda nuestra vida en Dios. Con nuestro silencio proclamamos al mundo que solamente Dios puede responder a los deseos infinitos del corazón humano.

Nuestras constituciones señalan que “la vida contemplativa influye misteriosamente en la construcción del Reino de Dios, por la misma búsqueda directa e inmediata de Dios, por la unión con Cristo y por la oración e inmolación. Por su peculiaridad, este apostolado se ejercita preferentemente en la línea del ser más que del hacer, y fluye de la misma vida como irradiación de lo que el espíritu obra en ella” -Const. n.91-


miércoles, 22 de marzo de 2017

LA CLAUSURA

CLAUSURA

El estilo de vida contemplativa, dentro de la clausura, es la característica cualificada que marca la diferencia entre la vida de las monjas y el resto de los miembros de la familia carmelita. Más que una separación física del mundo, este estilo de vida nos lleva a la soledad del corazón y a la pronta acogida de la gracia de Dios en todo momento.

De esta manera, el monasterio adquiere su sentido y amplía las limitaciones del lugar, para abrazar a toda la humanidad en el amor. El corazón de la monja carmelita se convierte en un microcosmos lleno del amor de Dios hacia el mundo.

El monasterio es una ayuda para que nosotras, monjas carmelitas, nos centremos en la contemplación, libres de distracciones, más atentas al amor y a la voluntad de Dios, concretizando este amor en el servicio a los demás.

Sabemos bien que el significado de la clausura no es apartarnos del mundo, en el sentido que nos desentendemos de él. Al contrario, experimentamos que cuanto más profundizamos nuestra relación con Cristo, mas nos sentimos impulsadas a salir de nosotras mismas para ponernos al servicio del mundo.

-Ratio Institutionis Vitae Carmelitanae Monialium n. 7-